martes, 16 de octubre de 2018

La partida de Franz Kafka




Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba.Él no sabía nada ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:

-¿Adónde va el patrón?

-No lo sé -le dije- simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta.

-¿Así que usted conoce su meta? -preguntó.

-Sí -repliqué-te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.


domingo, 14 de octubre de 2018

La naturaleza de un "error" de Seamus Heaney



Entonces, desde cierta perspectiva, el viaje de Orfeo al país de los muertos y su ruego inicialmente exitoso para que se libere a Eurídice del inframundo pueden representar la capacidad del arte -poesía, música, lenguaje- para vencer la muerte; y sin embargo, desde otro punto de vista, el que Orfeo vuelva fatalmente la mirada atrás de igual suerte habrá de representar "el fracaso del arte ante la realidad última de la muerte"; o bien, según la más drástica formulación de Charles Segal, la pérdida de Eurídice expresa "la intransigencia de la realidad frente a la plasticidad del lenguaje".

De  Al buen entendedor, Fondo de Cultura Económica, México, 2006.

lunes, 8 de octubre de 2018

Vienen... de Samuel Beckett




vienen
diferente e iguales
con cada una es diferente y es igual
con cada una la ausencia de amor es diferente
con cada una la ausencia de amor es igual

vienen
diferentes e idénticas
con cada una es diferente y es lo mismo
con cada una la ausencia de amor es diferente
con cada una la ausencia de amor es la misma.

De: Poemas en francés 1937 -1939

martes, 2 de octubre de 2018

La Montaña Rusa de Nicanor Parra



Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
Echando sangre por boca y narices.

De versos de Salón (1962)

domingo, 30 de septiembre de 2018

Loba de Diane di Prima


soy una sombra cruzando el hielo
soy un cuchillo oxidado en el agua
soy un peral mordido por la helada
sostengo la montaña con la mano
el cristal corta mis pies
camino por el bosque azotado por el viento
después del anochecer
me envuelven en una nube dorada
silbo entre los dientes
pierdo mi sombrero

Mis ojos son alimento para las águilas
trabaron mi mandíbula con alambre de plata
he ardido a menudo y mis huesos son caldo
soy una estatua gigante de piedra en un acantilado

Estoy loca como una ventisca
me asomo desde armarios rotos

Diane di Prima (Nueva York, Estados Unidos, 1934), Loba, partes I a VIII, Penguin Books, Nueva York, 1998
Versión de Jonio González

lunes, 16 de julio de 2018

Fuimos de Homero Manzi


Fui como una lluvia de cenizas y fatigas
en las horas resignadas de tu vida...
Gota de vinagre derramada,
fatalmente derramada, sobre todas tus heridas.
Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve
rosa marchitada por la nube que no llueve.

Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.
¡Vete...!
¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete...!
No me beses que te estoy llorando
¡Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?,
es mejor que mi dolor
quede tirado con tu amor
librado de mi amor final.

¡Vete!,
¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!

Fuimos abrazados a la angustia de un presagio
por la noche de un camino sin salidas,
pálidos despojos de un naufragio
sacudidos por las olas del amor y de la vida.
Fuimos empujados en un viento desolado...
sombras de una sombra que tornaba del pasado.
Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza,
que no puede vislumbrar su tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
que no llora, que se echó a morir.

(1945)

Barrio de tango de Homero Manzi



Un pedazo de barrio, allá en Pompeya,
durmiéndose al costado del terraplén.
Un farol balanceando en la barrera
y el misterio de adiós que siembra el tren.
Un ladrido de perros a la luna.
El amor escondido en un portón.
Y los sapos redoblando en la laguna
y a lo lejos la voz del bandoneón.

Barrio de tango, luna y misterio,
calles lejanas, ¡cómo estarán!
Viejos amigos que hoy ni recuerdo,
¡qué se habrán hecho, dónde estarán!
Barrio de tango, qué fue de aquella,
Juana, la rubia, que tanto amé.
¡Sabrá que sufro, pensando en ella,
desde la tarde que la dejé!
Barrio de tango, luna y misterio,
¡desde el recuerdo te vuelvo a ver!

Un coro de silbidos allá en la esquina.
El codillo llenando el almacén.
Y el dramón de la pálida vecina
que ya nunca salió a mirar el tren.
Así evoco tus noches, barrio 'e tango,
con las chatas entrando al corralón
y la luna chapaleando sobre el fango
y a lo lejos la voz del bandoneón.