viernes, 29 de diciembre de 2017

Himno de regreso a Jauja de Mezo Bigarrena


 
La patria con su cabeza apuñalada,
sus piernas chuecas embarradas.
Te vuelve a abrir su corazón, con temor

Banderas con los colores de la fiesta,
te invitan a dormir la siesta.
Para que olvides el olor del terror

Los campos aun continúan alambrados,
y los ladrones perfumados,
tranquilos te hablan de la paz y el amor.

Hermano, están haciendo las maletas,
para olvidarse de esas jetas.
Que nunca cambiaran de verso, ni de flor.

Parece que hay que empezar donde quedamos,
para barrer a esos amos.
Que no reparten el botín ni el pan.

El hambre hara que seas una fiera,
para que tu pueblo no muera,
en los caminos del exilio sin final.

La patria con su cabeza apuñalada,
sus piernas chuecas embarradas,
te vuelve a abrir su corazón con temor.

Banderas con los colores de la fiesta,
te invitan a dormir la siesta.
Para que olvides el olor del horror.

La paz a sido decretada, se prohíbe el rencor.
Quien quede vivo que le rece al redentor,
se han sepultado años de luto de abuso y de horror,
hay que vivir en armonía con el traidor.

Y en la radio se escucha
una música en inglés
que nadie entiende, but it sound so nice
para que digas: ¡oh yes!

Hay que olvidar la mala leche
pues la cosa es como es.
No te preocupes si el mundo está al revés.

La cosa es ir sobreviviendo
no te importe el stress.
Aunque andes como un juguete japonés.

Verás que Dios castiga allá
al que aquí tenga el perdón
ocúpate de tus asuntos
and just be happy, please, come on.

La paz a sido decretada, se prohibe el rencor.
Quien quede vivo que le rece al redentor,
se han sepultado años de luto de abuso y de horror,
hay que vivir en armonía con el traidor

Y en la radio se escucha
una música en inglés
que nadie entiende, but it sound so nice
para que digas: ¡oh yes!

martes, 26 de diciembre de 2017

Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández


(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

lunes, 25 de diciembre de 2017

El rayo que no cesa de Miguel Hernández


¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.

Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.


jueves, 21 de diciembre de 2017

Zama de Antonio Di Benedetto

Salí de la ciudad, ribera abajo, al encuentro solitario del barco que aguardaba, sin saber cuándo vendría.
Llegué hasta el muelle viejo, esa construcción inexplicable, puesto que la ciudad y su puerto siempre estuvieron donde están, un cuarto de legua arriba.
Entreverada entre sus palos, se manea la porción de agua del río que entre ellos recae.
Con su pequeña ola y sus remolinos sin salida, iba y venía, con precisión, un mono muerto, todavía completo y no descompuesto. El agua, ante el bosque, fue siempre una invitación al viaje, que él no hizo hasta no ser mono, sino cadáver de mono. El agua quería llevárselo y lo llevaba, pero se le enredó entre los palos del muelle decrépito y ahí estaba él, por irse y no, y ahí estábamos.
Ahí estábamos, por irnos y no.

martes, 12 de diciembre de 2017

Tortugas y cronopios de Julio Cortázar



Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural.

Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan.

Los cronopios lo saben, y cada vez que se encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.