Sin consideración, sin piedad, sin pena,
han levantado alrededor de mí
un triple círculo de altas y sólidas murallas.
Y ahora, permanezco aquí, desesperado,
solo pensando en la suerte que me abruma,
solo pensando en la suerte que me abruma,
¡ Y tenía tanto que hacer afuera...!
¡Ay! ¿Cómo sin darme cuenta
les he dejado enmurallarme?
Y yo no escuché nada:
los albañiles trabajaban sin ruido,
sin palabras...
Imperceptiblemente,
me han encerrado fuera del mundo.
¡Ay! ¿Cómo sin darme cuenta
les he dejado enmurallarme?
Y yo no escuché nada:
los albañiles trabajaban sin ruido,
sin palabras...
Imperceptiblemente,
me han encerrado fuera del mundo.
en Esperando a los bárbaros y otros poemas. CEAL, Buenos Aires, 1988
No hay comentarios:
Publicar un comentario